sábado, 28 de abril de 2018

CARTA DE DIEGO PARODI

Salud y libertad, ¡viva la anarquía!

Quiero aclarar que no pertenezco a ningún partido político, agradezco a todos por la difusión de mi situación. Quiero exponer mi punto de vista sobre las leyes y pido disculpas si no se explicarme bien ya que no tengo un buen vocabulario, pero espero poder ser claro.

Sí, estoy contra la ley provisional, pero no busco una reforma, cambiar una ley por otra, porque eso significa pedir al verdugo unas cadenas más confortables. No creo en las leyes impuestas por el estado porque estas están hechas para beneficiar los intereses de las clases dominantes, empresarios, ricos y banqueros. Sus leyes nos reprimen como el 14 y 18 de diciembre, nos someten, obligados a vivir dependiendo a sus intereses, nos asesinan como a Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, nos desalojan de nuestros hogares como a los Mapuches, nos disparan por la espalda como lo hizo Chocobar y cientos y cientos de policías. Nos matan en Tucumán si nos llamamos Facundo, vivimos en una villa y tenemos 11 años. Nos criminalizan y te meten preso como a mí.

Sus leyes son degradantes y limitantes y con ellas el estado justifica sus robos, secuestros, asesinatos y asegura la continuidad de su poder político y económico, como la iglesia, la monarquía y la burguesía, justificando así el saqueo de las tierras, torturas y guerras en nombre de dios. Un dios y unas leyes opresoras inventadas para el control social. Que no se me asocie con un reformista, quiero una vida con un libre acuerdo entre iguales de una forma autónoma e independiente.

No voy a pedir un permiso para ser libre, no necesito sus leyes, no quiero una mejor explotación salarial, no quiero una mejor cárcel y estoy de acuerdo con mi compañera, ella no quiere un aborto legal quiere un aborto libre, ¿es una utopía? No, utopía es creer en un gobierno y que con sus leyes puede resolver tu vida. La vida libre es real, hay que practicarla.

¡¡¡Abajo todos los muros de todas las cárceles!!!

Abril de 2018. Desde la cárcel de Marcos Paz (Buenos Aires).

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